
Diciembre 2016 - El Polvorín, Ciudadela de Pamplona
Lo que crece entre ruinas y recuerdos
EXPOSICION INDIVIDUAL
MEMORIA URBANA Y ARTE SIMBOLICO
Una exposición que habla del pasado para entender el presente, donde la comunidad brota desde la herida, y el óxido conserva las huellas de quienes lucharon por habitar.
Brotes es un homenaje visual a los primeros barrios de Pamplona y a las personas que los transformaron. A través de 60 obras en blanco y negro, esta exposición recorre las emociones, luchas y espacios que conforman la memoria colectiva de una ciudad que, antes de ser hogar, fue territorio de esfuerzo.
Brotes no es solo un título, es una metáfora. Es la forma en la que el cuerpo y la memoria reclaman su espacio para emerger. Esta exposición pictórica recoge una serie de obras íntimas, donde la figura humana habita lugares de tránsito emocional, y el óxido, el gesto y la composición hablan de procesos internos, vivencias intensas y estados sensibles.





Qué hicimos
Inspirada en una investigación sobre la creación de los primeros barrios habitables de Pamplona —originados como zonas industriales rodeadas de hierros, estructuras oxidadas y campos sin urbanizar—, construí una colección de imágenes que recogen esa transformación.
Los fondos oxidados representan el paso del tiempo, el desgaste, lo que permanece bajo la superficie. En contraste, las imágenes figurativas, en blanco y negro, simbolizan los recuerdos: lo que fue, lo que se luchó, lo que se soñó.
Cada obra parte de un recuerdo, de un fragmento de vida real o colectiva, como si la pintura fuera una cápsula de resistencia. Son escenas congeladas por la historia, por la piel de quienes caminaron esos barrios cuando todavía eran barro, alambre y promesa.
La estética visual y emocional se apoya en textos que acompañaron la muestra, donde se habla del frenesí de los recuerdos, de lo que duele, lo que conmueve, y lo que persiste como semilla en el presente.
Qué ocurrio
La exposición se presentó en El Polvorín de la Ciudadela de Pamplona y fue visitada por una comunidad que no solo miró, sino que se reconoció en ella. Muchas de las personas que acudieron vivieron, o sus padres vivieron, esos primeros barrios en construcción. Sus historias eran parte del relato que mis pinceles habían tejido.
Brotes no hablaba solo de mí, sino de todos nosotros:
Del valor de quienes asistieron a reuniones clandestinas para exigir dignidad, escuelas, calles, árboles, ventanas, pan.
Del salto del «quizás» al «por supuesto», como tú misma dijiste.
De cómo la belleza también puede surgir entre restos de hierro.
Puedes ver parte de esta colección en:
www.itxasorazquin.com → Obra Gráfica → Brotes